EXPOSICION DOCUMENTAL

ANH/C

 TESTAMENTO DE LUIS CORDERO CRESPO

(Fondo Particular - Sección Notarial)

Foto Luis Cordero Crespo

Luis Cordero Crespo

http://161.97.114.65:8083/files/fullsize/7f3c820d66c4b4e7383c21b64e3aa700.jpg(Luis Cordero Crespo; Déleg, 1833 - Cuenca, 1912) Político y escritor ecuatoriano. Realizó sus primeros estudios en colegios locales y luego pasó al seminario diocesano. Se graduó como doctor en derecho en la Universidad de Quito en 1865. La personalidad de Luis Cordero Crespo excedió el ámbito de la acción política, ya que desde joven fue un hombre inclinado hacia las letras (principalmente al género poético) y al estudio de las lenguas, en particular del quichua, idioma que conocía en profundidad y al que dedicó grandes esfuerzos, como su Diccionario quichua.

En el ámbito de la educación y la cultura se desempeñó como maestro, rector de la Universidad de Cuenca y miembro de la Academia de la Lengua. Como hombre público, fue jefe político de Cuenca (1875), miembro del Gobierno Provisorio de Quito (1883), presidente del Senado y senador (1885 y 1892) y ministro plenipotenciario en Chile (1910). Ejerció el cargo de presidente de la República entre 1892 y 1895, tras resultar triunfador en unas reñidas elecciones, y sucedió a Antonio Flores Jijón.

En su obra de gobierno sobresale la participación del Ecuador en la Exposición Universal de Chicago de 1893, una presencia de gran importancia para la proyección internacional del país, circunstancia que el propio Cordero Crespo plasmó en su obra El Ecuador en Chicago (1894). Su gobierno creó escuelas y colegios normales en varias provincias, difundió el pensamiento y la literatura nacionales, enfrentó con seriedad los graves problemas fiscales heredados y el desequilibrio de la balanza de pagos, y decidió la supresión del pago de la deuda externa. Tras el escándalo conocido como «la venta de la bandera», Cordero se vio obligado a renunciar a la presidencia; le sucedió en el cargo el liberal Eloy Alfaro.



José Miguel Vélez - Testamento

Creció en la tristeza de su humilde hogar, recibiendo de su madre, prematuramente envejecida por los vicisitudes de la vida, toda la ternura del mundo, aunque muy poca ilustración; pero fue justamente la ternura de su madre la que sensibilizó el delicado espíritu del niño, enseñándole a apreciar la inmensa belleza del paisaje andino en el que vivió su pobre juventud.
Por esa época ya visitaba con frecuencia el taller del gran maestro pintor Eusebio Alarcón, y contemplaba extasiado, por largas horas, cómo el artista convertía los colores de su paleta y los trazos de su pincel sobre el lienzo en maravillosas obras de arte. Tímidamente preguntaba al maestro sobre los secretos y técnicas de la pintura y éste, complacido, le respondía, estableciéndose poco a poco un interesante diálogo que fue el origen de una gran amistad a base de la cual se convirtió en discípulo del artista.
Al poco tiempo comprendió que a pesar de su gran atracción por la pintura su verdadera vocación estaba en la escultura, y la falta de conocimientos básicos en esta materia fue suplida por sus propias y naturales aptitudes y sensibilidad artística. Así, en poco tiempo desarrolló un estilo muy particular y perfecto con el que alcanzó la admiración de la culta sociedad cuencana, que con frecuencia empezó a visitar su taller en busca de sus esculturas y bellas obras de arte.
A los 19 años de edad, luego de contraer matrimonio abandonó el taller de Alarcón, que había sido su maestro y amigo, y poco después, con la ayuda del entonces Gobernador de Cuenca, don Miguel Valdivieso, fundó su taller propio para dedicarse con ahínco a la escultura.
Surgieron entonces de sus prodigiosas manos sus primeros Niño-Dios que fueron el asombro de quienes tuvieron la oportunidad de verlos, y más tarde, maravillosas figuras de Cristo que caracterizaron su obra: Cristos en la Cruz… Cristos Yacentes… Cristos Sangrantes… Cristos que con angustiadas expresiones transportaban a quienes los admiraban, a revivir el terrible drama ocurrido hace siglos en la cima del Gólgota.
Pero su obra no se limitó solamente a figuras religiosas, pues de sus manos surgieron también esculturas de grandes personalidades de la Patria, artísticos bustos como los de Sucre y Bolívar, el primero de los cuales se erigió cerca del Yanuncay, mirando hacia la llanura de Tarqui, último campo de su gloria; y el segundo fue levantado sobre una columna en la entrada sur del puente sobre el Machángara. Estos dos bustos fueron trasladados posteriormente al salón de sesiones del Concejo Municipal. Trabajó también -en mármol- un hermoso medallón del Cantor de Junín: José Joaquín Olmedo, que fue adquirido por la Municipalidad de Guayaquil. Un busto del ilustre fray Vicente Solano, otro del estadista, filósofo y literato don Benigno Malo, y otros más.
Admirado por su magnífica obra, el presidente Dr. Gabriel García Moreno le ofreció una oportunidad para viajar a Europa, cuna del arte, pero él se negó a aceptar y prefirió continuar creando lo que su innata habilidad le permitía. Pero si el artista no viajó a Europa, su obra sí lo hizo y sus figuras fueron adquiridas, como la mayoría de las obras de nuestros artistas, por coleccionistas de diferentes partes del mundo que supieron apreciar y reconocer su valor.
«Sin escuela y sin maestros, Vélez tuvo que ser, y fue en efecto, original en algunas de sus concepciones… fue un gran artista, cristiano, edificante y buen ciudadano. Su fama ha traspasado los patrios linderos: consta su nombre en el «Diccionario Biográfico Americano»; ha merecido que escriban sobre él plumas tan doctas y brillantes como las de don Benigno Malo y don Pablo Herrera; y sus obras han sido admiradas, así en América como en Europa» (La Unión Literaria.- No. 1, abril de 1983, por Alberto Muñoz Vernaza). Fuente

Rafael María Arízaga - testamento

Jurisconsulto, diplomático y literato nacido en la ciudad de Cuenca el 24 de junio de 1858, hijo del Dr. José Rafael Arízaga y de la Sra. Isabel Machuca. Sus primeras letras las recibió en la Escuela de los Hermanos Cristianos, luego pasó al colegio de los jesuitas, y finalmente a la Universidad de Cuenca donde obtuvo el título de Abogado de los Tribunales de Justicia del Ecuador. Al igual que muchos de su generación fue miembro de las principales sociedades literarias de su tiempo, entre ellas el Liceo de la Juventud donde realizó sus primeros ensayos en el campo literario. Orador, prosista y poeta clásico de índole parnasiana, su producción literaria -si bien no muy extensa- fue publicada en periódicos y revistas, y de manera especial en la célebre Unión Literaria, donde se destacaron títulos como “Colonización Oriental”, “Blazones y Estandartes de Cuenca”, “Relieve Moral”, “Manifiesto a la Nación”, “Contra la calumnia”, y otros de carácter jurídico. Consagró muchos años de su vida al ejercicio de la abogacía: Cuenca y especialmente Guayaquil fueron testigos de su ilustración en materia jurídica, la que unida a la rectitud de su conciencia lo convirtieron en un jurisconsulto de rara valía. Desde muy joven se afilió al Partido Conservador Ecuatoriano, a cuya ideología dedicó todos sus esfuerzos y sacrificios. En 1895, cuando estalló en Guayaquil la Revolución Liberal que llevó al poder al Gral. Eloy Alfaro, fiel a sus ideales combatió junto al Gral. Antonio Vega para defender a su ciudad. A pesar de ello, al año siguiente fue designado Jefe Civil y Militar de Cuenca, cargo desde el cual realizó importantes y necesarias reformas para mejorar la administración provincial. Debido a su gran talento y a pesar de pertenecer a un partido político totalmente opuesto al liberalismo, durante el segundo gobierno del Gral. Alfaro fue nombrado Representante del Ecuador en los Estados Unidos -en el fatídico 1910-, cuando el Perú amenazaba con invadir nuestro territorio. Debió entonces negociar convenientemente la paz en esos difíciles momentos de la vida nacional.
En 1912 repudió acremente el cobarde y sangriento Asesinato de los Héroes Liberales perpetrado en Quito, y en 1915 fue candidatizado por su partido a la Presidencia de la República, oportunidad que aprovechó para dirigir un mensaje a la nación analizando con profunda severidad republicana el momento político que vivía el Ecuador, maniatado por el fraude electoral y la bancocracia. Temeroso de la reacción del país, el oficialismo -dirigido por el poderoso Gral. Leonidas Plaza- no permitió su triunfo, pero el país recibió una lección de honestidad y patriotismo como pocas veces se ha dado.
En 1922 fue designado Ministro Plenipotenciario ante el gobierno de Brasil y dos años más tarde presidió la delegación ecuatoriana a la “V Conferencia Panamericana” que se reunió en Santiago de Chile.
Retirado a la paz de su hogar y sin descuidar el diario servicio a la patria, murió en la ciudad de Cuenca el 8 de agosto de 1933.

Fuente


Tadeo Torres (fundación de asilo )

Testamento Juan López Tormaleo

López Tormaleo, Juan. Campelo, Astorga (León), 1756 – ?, 1818 post. Oidor de Quito. El Consejo Real lo aprobó para ejercer como abogado.
Fue nombrado asesor de la intendencia de Cebú en las Filipinas y luego en la intendencia de Cuenca en la Audiencia de Quito el 7 de marzo de 1789. Rápidamente buscó permiso para ejercer leyes en las Indias. Obtuvo una licencia el 18 de junio de 1790 para viajar a su puesto con su esposa y los criados Juan María de Acevo de Villagroy y Lucas Sanz. Una Orden Real del 21 de febrero de 1793 especificó que Juan López Tormaleo sería considerado para mejores puestos gracias a la recomendación del presidente de Quito, Luis Muñoz y a la pobreza que estaba sufriendo por la baja paga que recibía como asesor del gobernador e intendente. Fue nombrado para reemplazar al difunto Pedro Vicente Cañete como oidor de la Audiencia de Quito por consulta del 4 de abril y título del 22 de abril de 1818 y aún constaba como magistrado en la Guía de forasteros de 1823.
Juan López Tormaleo se casó con Marta de la Bárcena y Mújica.

Testamento de Juan López Tormaleo - 5 de abril de 1819

 

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Extracto del codicilio testamentario de Martin de Sanmartin 

(Fondo Particular - Sección Notarial)

ESCUCHAR TRANSCRIPCIÓN

La conquista de América y el Archivo Nacional de Historia, Sección del Azuay

 Como en muchas ocasiones en la historia de la Humanidad, se dieron casos similares de actuación de las huestes invasoras españolas en América. Así, en territorio cañari con su incursión armada ocurrida en 1533 que estuvo encabezada por Sebastián de Benalcázar en su correría tras Rumiñahui, uno de ellos, Antonio de Sanmartín, capturó a una niña llamada más tarde Catalina Sumicho quien fuera hija del señor étnico puruha Apuchucho. Esta niña sirvió de rehén así como, más tarde, de concubina. Fruto de esta situación nació Martin de Sanmartín.

 El documento que presentamos esta vez es uno de excepción entre las fuentes primarias que existen en los diferentes repositorios de territorio ecuatoriano.

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Real Cédula de 1789 concediendo libertad para el comercio de negros con las islas de Cuba, Santo Domingo, Puerto Rico y provincia de Caracas a españoles y extranjeros bajo las reglas que se expresan

(Fondo Oficial - Sección Gobernación)

Las cédulas reales en la Real Audiencia de Quito constituían despachos reales expedidos por un tribunal superior, otorgando providencias o gracias a quienes eran considerados súbditos de la Corona Española. La Real Audiencia y Cancillería Real de Quito que tuvo su vigencia entre los años 1563 hasta 1822 fue el más alto tribunal de la Corona de España en los territorios de la Presidencia de Quito, dentro del Virreinato del Perú, que luego pasaron a formar parte del Virreinato de Nueva Granada.

La sociedad colonial de las Indias es organizada en forma asimétrica desde la época misma de la conquista, en dos repúblicas: la república de españoles y la república de indios. Este ordenamiento se corresponde con el que existe en la península: cristianos y moros de la época de la reconquista, sucesora de aquella de cristianos y paganos, del medioevo europeo. Para los mestizos y las categorías de mestizaje y negros libres o esclavos es otra la situación que tienen que afrontar las autoridades metropolitanas.

Cuenca es creada según el modelo del cuadriculado. En el centro de la traza, los núcleos de poder político y religioso, en los alrededores, las residencias de los blancos (sobre todo españoles, algunos portugueses e italianos) y sus esclavos; fuera de ella, los nativos. Pero en la práctica, predomina la convivencia racial, que va definiendo algunos barrios desde mediados del siglo XVII y que determinarían su periferia. Estos lugares se convierten en sitios de población mayoritariamente mestiza a finales del XVIII y que en la república se vuelven en populares, condición que han mantenido hasta la actualidad, constituyendo parte de los límites geográficos de su Centro Histórico.

Constitución de la República del Ecuador que forma parte del expediente de leyes y decretos de 1843 - Juan José Flores

(Fondo Oficial - Sección Gobernación)

Carta de Esclavitud

A finales de 1842 -próximo a culminar su segundo gobierno constitucional- Flores creyó que su poder estaba sólidamente consolidado en toda la República y resolvió convocar a una nueva Convención Nacional con el propósito de anular la de 1835 -en vigencia- y dictar una nueva que se ajustara a su voluntad.

Así las cosas, entre enero y junio de 1843 se reunió en la ciudad de Quito una nueva Asamblea Constituyente que, en su mayoría, estuvo integrada por personal de su entera confianza.

Bajo la influencia dominante del Gral. Flores, la Asamblea redactó una nueva Carta Política -la tercera- que fue aprobada y sancionada el 31 de marzo ante el rechazo de un minúsculo grupo de diputados que se oponían a ella.

Dicha Constitución estaba redactada en términos tales que hubiera permitido a Flores gobernar el país de manera indefinida, pues según ella, el Congreso se reuniría solo cada cuatro años, aunque contemplaba la creación de una Comisión Permanente de cinco Senadores, que indudablemente sufrirían la influencia directa del gobernante; el Presidente duraría en sus funciones por un período de ocho años y sería elegido directamente por el Congreso; también podría el Presidente nombrar a los ministros de las cortes superiores, a los obispos y canónigos, y directamente a los consejos provinciales.

Disponía también que los senadores durarías en sus funciones doce años y los diputados ocho, pero éstos últimos podrían ser reelegidos indefinidamente. Por último, y para acomodar sus propios intereses, se volvía a consignar la disposición que permitía ejercer la Presidencia de la República a los extranjeros casados con ecuatoriana, que era precisamente el caso de Flores.

Esta Constitución produjo un gran descontento en el pueblo ecuatoriano, que culminó cuando en Guayaquil estalló la histórica revolución que el 6 de marzo de 1845 puso fin al gobierno floreano (ver Revolución Marcista).

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Folios tomados del expediente judicial seguido por doña María Chiriboga y Villavicencio contra el Doctor Francisco Javier Eugenio de Santa Cruz y Espejo por injurias”

1786-1795

(Fondo Particular - Sección Muñoz Vernaza)

Peticion en que nuevamente María Chiriboga solicita que el reverendo padre Rosario, haga su declaración bajo de Juramento sobre los demás particulares, de ser inclinado dicho Espejo a censuras, y diabólicas invectivas contra el Supremo Ministerio, y demás Superiores

Papeles aprendidos a Francisco Xavier Eugenio de Santa Cruz y Espejo

Eugenio Espejo, petición de clemencia.

Espejo petición última de clemencia audio

A finales de la época colonial, el movimiento ilustrado difundió el principio de que las actividades políticas, culturales y sociales se sustentarán en la razón, la solidaridad, la igualdad y la libertad; sostuvo que el desarrollo de una sociedad se debe basar en la igualdad de derechos y oportunidades, en el respeto a las personas, a la libertad de pensamiento y de expresión, en la separación de la iglesia del Estado, en la educación laica, en la redistribución de la riqueza y la justicia social.

“El movimiento ilustrado es una de las más altas expresiones del pensamiento y de la praxis latinoamericana; uno de sus principales protagonistas fue Eugenio Espejo, que constituye uno de sus mayores portaestandartes, el más alto a nivel continental: sea por la visión de futuro que quiso construir, sea por la protesta que capitaneó contra el sistema político colonial. Espejo fue un adelantado, un precursor de los nuevos tiempos, que sembró las semillas del porvenir y sembró sueños diferentes que todavía están vigentes. “No por nada, Gonzales Suárez lo colocó en el pedestal más alto al que haya ascendido figura alguna dentro de la Colonia: fue el ecuatoriano más célebre y más extraordinario de esa época”.

Fernando Oña Pardo