Fundación: El Carmen de la Asunción
EL MONASTERIO DE LAS CARMELITAS
Contemporáneo a la aparición de las primeras tentativas de desarrollar actividades económicas alrededor de la plaza de San Francisco, se fundó el Monasterio de Santa Teresa de Jesús, hoy conocido como El Carmen de la Asunción. Avanzado el siglo XVII, se contemplaba establecer un segundo monasterio de monjas en Cuenca. En 1672, el cabildo escribió a la Audiencia de Quito para comenzar las gestiones necesarias a fin de recibir permiso para hacerlo, las cuales dieron resultado siete años más tarde con la promulgación de una cédula real por Carlos III, con la cual autorizó un establecimiento de las carmelitas en la ciudad. Con anticipación a esta aprobación, durante la misma década de 1670 se identificó la cuadra entre la plaza mayor y el conjunto de San Francisco, con frente al complejo de los jesuitas al otro lado de la calle Sucre, como el lugar idóneo para un nuevo monasterio. Se empezó a tramitar la adquisición de este terreno que en 1557 había sido asignado a Gil Ramírez Dávalos y donde actualmente se encuentran el conjunto del monasterio y la Plazoleta de las Flores. Ramírez Dávalos pronto se trasladó a Quito y, a mediados de la década siguiente, abandonó sus intereses en Cuenca, aunque no se sabe con certeza cómo destinó esta cuadra, o si sencillamente la dejó vaco; en tal caso, se hubiera revertido a los propios de la ciudad. Sin embargo, en 1581 cuando testó Francisco Picón, uno de los primeros pobladores de la ciudad, incluyó entre sus bienes las casas de su morada ubicadas en una cuadra junto a la plaza mayor, con cinco tiendas a la calle, mientras que su hijo Juan Picón, durante el siglo siguiente, fue dueño de una cuadra por el convento de San Francisco, evidentemente la misma de Gil Ramírez Dávalos.
La cuadra quedó en posesión de la familia hasta 1662, cuando –por réditos de censos tomadas por su antepasado Francisco Picón– los bienes de Pablo Picón fueron rematados al sargento Andrés Benítez, quien posteriormente traspasó cada solar en 600 patacones al alguacil mayor, el capitán Urban de Arredondo Agüero; al español Juan López Simón; al cura Pedro Hurtado de Tapia, beneficiado de San Sebastián y comisario subdelegado de la Santa Cruzada; y al maestro de campo –décadas después, alguacil mayor–, Antonio Ortiz de Vargas. Una vez gestionada la fundación del monasterio, en 1682 se tramitó la adquisición de los cuatro solares donde se halla hasta hoy. Hurtado de Tapia donó a las carmelitas su solar con casas –el más cercano a la plaza mayor– para servir de monasterio.
El mismo año, Arredondo Agüero les vendió otro solar en la misma cuadra a 1000 patacones y también lo hizo Ortiz de Vargas, pero a 600 patacones. Para la fundación, llegaron de Quito cuatro carmelitas enviadas por el primer convento de la orden en la audiencia, establecida tres décadas antes. Primero, se consagró el monasterio para la residencia de las monjas. El conjunto carmelita pronto ocupó toda la cuadra y fue referenciado como el convento de Monjas Descalzas de Santa Teresa de Jesús en 1684. Las construcciones adicionales que se conocen demoraron décadas; hemos encontrado referencias a la iglesia en 1705 y a la plazuela en 1737.