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Title

Bula de erección del Obispado de Guayaquil

Subject

Historia

Description

Creación del Obispado de Guayaquil, separándolo del de Cuenca por la distancia, temperamento de las personas y la dificultad de llegar con auxilios religiosos en años a la misma.

Source

Repositorio del Archivo

Publisher

Archivo Nacional de Historia de Cuenca

Date

4 de febrero de 1838

Rights

libre de derechos de autor por acuerdo de Cartagena

Format

A4

Language

Español, latin

Transcription

La frustrada erección de la diócesis de Guayaquil en 1820.
LA FRUSTRADA ERECCIÓN DE LA DIÓCESIS DE GUAYAQUIL EN 1820
José Luis Mora Mérida
Profesor Adjunto de “Historia de la Iglesia en América e Instituciones Canónicas Indianas” de la Universidad de Sevilla
De un tiempo a esta parte los historiadores estamos redescubriendo la importancia de la información documental sobre la Iglesia para complementar los datos necesarios sobre aspectos especialmente referidos a la historia regional. En la investigación histórica hispanoamericana el caso es claro y, en nuestra opinión, fundamental, como ya indicamos a propósito de la visita eclesiástica indiana , y otros lo han hecho respecto de los registros parroquiales, los concilios provinciales, los sínodos, etc. . Pero aún queda un amplio campo de mutua interacción metodológica abierto a aspectos varios.
El caso guayaquileño que nos ocupa ahora es uno de estos que interesa analizar. En él no se trata sólo de la posible erección de una nueva diócesis en el antiguo Reino de Quito; posibilidad que llegaría a ser realidad por bula de 4 de febrero de 1838, siendo su primer obispo don Francisco Javier de Garaicoa, electo el 15 de febrero del mismo año . Tampoco, que esta posible nueva diócesis estuviera en los planes que elaboraron conjuntamente Simón Bolívar y el obispo de Mérida de Venezuela, don Rafael Lasso de la Vega, entre los años 1820-1823. Como sabemos, aprovechando la circunstancia política del Trienio Liberal o Constitucional en España, los triunfos militares de los independentistas y la proclamación de la neutralidad pontificia ante la emancipación de América por el papa Pío VII, a través de su famosa carta de 7 de septiembre de 1822 al

La frustrada erección de la diócesis de Guayaquil en 1820.
mismo obispo Lasso de la Vega, se intentó normalizar la situación canónica de los obispados hispanoamericanos .
Ambos hechos, o aspectos del mismo problema, se salen fuera de nuestro intento, y además su análisis alargaría excesivamente la presente exposición. Sólo buscamos aprovechar la información pertinente que se preparó con ocasión de la nueva solicitud de crear la diócesis de Guayaquil en 1820, entre otras cosas porque este tipo de datos nos ofrece la oportunidad de acercamos más profundamente al tema y con una nueva perspectiva. En ella, las circunstancias se plantean en unos términos eminentemente regionalistas, y podríamos decir casi localistas, por lo que nos presentan un modo particularísimo de entender todo el problema.
La razón primera la encontraríamos en la erección canónica de la segunda diócesis del Reino de Quito, que como sabemos se realizó en Cuenca. Después de solicitar diversos informes a variadas personas e instituciones representativas del territorio, las autoridades metropolitanas se inclinaron por esa ciudad, a pesar de la constante oposición de Guayaquil, que desde un principio también había solicitado la cabecera del obispado. Parece ser que el último motivo que se alegó en su momento para elegir a Cuenca fue la bondad de su clima, elemento que ciertamente Guayaquil no podía ofrecer, y también los mejores precios en los víveres, circunstancia que tampoco Guayaquil podía mejorar, entre otras cosas porque era puerto y además tenía una población flotante muy elevada, datos estos que influían especialmente en el coste de la vida. Corría el año 1776.
Pero lo que sí podía ofrecer Guayaquil era una dinámica en su desarrollo socioeconómico que Cuenca jamás podría igualar. El crecimiento de las plantaciones tabaqueras, la pujante producción de cacao, el aumento en la construcción naval y el comercio, eran datos inapelables que hacían pensar a los dirigentes del cabildo que era necesario convertir a la ciudad en la segunda en importancia administrativa del Reino de Quito. Lógicamente, si ya era cabecera de provincia, el siguiente paso sería buscar la sede episcopal. 
La frustrada erección de la diócesis de Guayaquil en 1820.
Sin embargo, no debemos olvidar que, a veces, este crecimiento podría ser ficticio, al menos en algún aspecto, como por ejemplo el poblacional, toda vez que el rápido desarrollo económico atrae a un buen número de personas que buscan trabajo efectivamente, pero también lo hace con un numeroso grupo de vagos y pícaros que no aportan nada y que, además, oficialmente no están censados. Parece ser que este último caso fue muy frecuente en el Guayaquil del último cuarto del siglo XVIII .
Así las cosas, diversas circunstancias motivaron el que se retrasase la presentación de las bulas episcopales de la diócesis conquense hasta 1788. Entre ellas podemos citar la guerra que por aquellos años mantuvo España con Gran Bretaña y que tuvo ciertas repercusiones en la zona del Reino de Quito. Solventadas éstas, la catedral se estableció provisionalmente en la iglesia parroquial de Cuenca, pero cuando el flamante obispo la vio y se hizo cargo de la situación pretendió se construyese una catedral de nueva planta con dos edificios anexos, es decir el palacio episcopal y el seminario conciliar. El problema de todo ello era la financiación, y el obispo propuso como solución que el cacao que se produjese en la provincia de Guayaquil tuviese una recarga impositiva de dos reales por fanega. La propuesta episcopal fue aceptada por las reales cédulas de 2 de julio de 1789 y 12 de febrero de 1796, con la única condición de que los planos de los edificios debería realizarlos la Academia de San Fernando.
Como era de esperar, este hecho motivó las más airadas protestas de Guayaquil, con el gobernador a la cabeza, hasta el punto que el propio ayuntamiento de la ciudad solicitó se suspendiera el nuevo impuesto o que, en su caso, se erigiera allí un nuevo obispado. Por diversas circunstancias la supresión del impuesto no fue aceptada hasta enero de 1802, cuando ya se habían recaudado 146.474 pesos.
Respecto a este punto debemos decir que no es fácil estudiar el tema de la producción del cacao, pues en su análisis deben entrar diversas variables que lo complican (tipo de matas, producción por matas, elaboración del producto en bruto, etc.). No obstante, parece ser que la zona guayaquileña era la de mayor producción de cacao en Indias durante los años finales del siglo XVIII y principios del XIX; a ello cooperaba, ciertamente, el constante crecimiento de la demanda que se estaba dando en Europa. Ello explicaría, al menos en parte, la pujanza económica de la provincia y, por 
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consiguiente, el convencimiento de sus vecinos de ser capaces de albergar la nueva diócesis que se pensaba debía erigirse, y cuya petición aprovecharon para hacerla con ocasión de la clausura de las Cortes hispanas .
Como sabemos, el año 1814 fueron disueltas las Cortes ordinarias, que venían celebrando reuniones desde 1812. Pero, antes de disolverse, les fue comunicada a los diputados americanos una Real Orden por la que se les permitía hiciesen peticiones sobre los problemas o asuntos que creyesen de más urgente solución en sus respectivas provincias. Los correspondientes de Guayaquil, don José Joaquín de Olmedo y don Vicente Rocafuerte, hicieron varias solicitudes, y la primera de ellas era concerniente a que se erigiese en la ciudad un obispado y un seminario conciliar. Ambas peticiones fueron remitidas, por Real Orden de 21 de octubre de 1814, a consulta del Consejo de Indias .
Por el contenido de la solicitud y la documentación que la acompañaba, sabemos que el ayuntamiento de Guayaquil no había olvidado el tema durante los años anteriores y que se había preocupado de mover a la opinión pública de la ciudad en su favor. Se trataba, pues, de presentar ante los organismos oficiales una visión de la provincia lo más adecuada posible para obtener la concesión de la diócesis. Así sabemos que la provincia tenía 80 leguas de longitud, 60 de latitud y 227 de circunferencia; era cabeza de 14 partidos, distribuidos en 42 pueblos con 18 parroquias, que totalizaban en ese momento 62.682 almas; la mayor parte de sus habitantes se dedicaban al cultivo y comercio del cacao y el tabaco y otros frutos naturales e industriales; la producción de cacao había llegado a ser de más de 100.000 fanegas anuales. Otras cualidades de Guayaquil eran su puerto y un excelente arsenal en plena producción.
Un elemento que no podía ser olvidado, sobre todo para lo que se pretendía, era la economía eclesiástica. Los diezmos de la provincia se habían rematado, según los informantes, en los años 1809 y 1810 en 132.000 pesos cada año. A esta cantidad había que añadirle otros 1.000 pesos de los curatos eclesiásticos y 400 pesos más de las penitenciarías pecuniarias por las diversas dispensas matrimoniales. Todas estas cantidades sin contar los 146.474 pesos que se recogían con el famoso impuesto sobre el 
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cacao para la construcción de la catedral de Cuenca, que seguía sin edificarse en ese año. Como se ve, unas cantidades más que suficientes para las exigencias, dentro de una decorosa subsistencia, que podía traer la nueva diócesis.
También se aludían otros factores y ventajas. Entre ellos, si se llegaba a fundar el seminario conciliar, el que así podría existir un centro de enseñanza digno para la provincia, toda vez que hasta el momento sólo existían escuelas de primeras letras. Como consecuencia de la inexistencia de este centro hasta el momento, los empleos más importantes, tanto civiles como eclesiásticos, eran desempeñados por forasteros, mientras que los jóvenes guayaquileños que querían instruirse no tenían más remedio que ir a Lima, de donde, una vez formados, debían salir a buscarse el sustento por otras regiones indianas.
Además, afirmaban los diputados, Cuenca no padecería ningún tipo de perjuicio, pues ambas provincias no mantenían relaciones comerciales, agrícolas e industriales entre ellas, teniendo sus habitantes intereses totalmente distintos. Por otro lado, los diputados eran de la opinión que los diezmos de la provincia de Cuenca eran suficientes para el mantenimiento de la diócesis, circunstancia que en ese momento parecía muy discutible.
Pero el argumento más desarrollado por la provincia de Guayaquil, y que fue el recibido con mayor beneplácito por la Contaduría General, era el del crecimiento poblacional de ambas provincias. Basándose en ello se había llegado a creer que éste era la causa por la que se hacía cada vez más difícil la normal atención de todo el territorio desde Cuenca, cabecera de la diócesis. La explicación que daban era que el crecimiento numérico de los pueblos había sido más intenso en la provincia de Guayaquil, con lo que la distancia de los mismos a Cuenca era cada vez más sensible.
Este hecho había motivado, además, el que la provincia de Guayaquil no hubiera sido visitada por el obispo desde 1792, con el consiguiente deterioro de la disciplina eclesiástica y de la dirección espiritual. Con ello se conculcaba, por otro lado, la ley 3ª, título 7º, Libro 1º de Indias, por la que se disponía que las diócesis no tuviesen unas dimensiones superiores a las 15 leguas de contorno.
De todos modos, aducían los informes de Guayaquil, si los diezmos no alcanzasen a mantener todas las dignidades y canongías de la nueva catedral se podían suprimir algunas, como se hacía en bastantes diócesis de América, o se le podía dar 
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entrada en ellas a los curas rectores de las iglesias parroquiales de Guayaquil, así como a los coadjutores. Con esta solución, la cuarta capitular quedaría refundida y la renta de estas personas algo más proporcionada y efectiva. Por otro lado, y como se esperaba que la fundación del seminario conciliar en Guayaquil tuviese también algún problema de índole económica, se sugería que la dotación que hicieron en 1701 varios vecinos de la ciudad para la fundación de un colegio de la Compañía de Jesús, y cuyo monto ascendió a 73.569 pesos, se trasladase a este nuevo concepto, toda vez que con la expulsión de la Orden jesuítica ya no tenía sentido y, al mismo tiempo, desde el punto de vista jurídico, se respetaría la voluntad de los donantes.
Estos eran los datos socioeconómicos que presentaban como argumentos para obtener la nueva diócesis los vecinos de Guayaquil. Como dijimos más arriba, el principal de todos era el crecimiento numérico de los pueblos. Su estudio comparativo (1775 y 1810) lo creemos importante para el conocimiento de la historia regional. El cuadro correspondiente a 1775 es más esquemático, aunque parece ser, según informaciones contrastadas, que dos pueblos, Margaches y Alonche, no llegaban a la categoría de tales sino que eran simples lugares de asentamiento de grupos indígenas bajo idéntica denominación, aunque en los .informes de Jorge Juan y Antonio de Ulloa sí aparecen como pueblos y, tal vez, de aquí lo tomaron nuestros informantes. El de 1810 es más detallado, buscando destacar especialmente el crecimiento, circunstancia que aparece con claridad, pero en el caso del partido de Naranjal la población está alterada, debiendo ser 400 y no 4.000, según se desprende de los datos que constan en un informe de 1804 publicado por Cornejo y Osma, pero en el cuadro que presentamos preferimos no alterarlo y ofrecerlo así .
Este tipo de resumen no lo hemos visto publicado hasta el momento, aunque su uso debió ser frecuente durante los primeros años del siglo XIX. Destacamos en el segundo el dato significativo de indicar la localización y número de los curatos. 
La frustrada erección de la diócesis de Guayaquil en 1820.
1. Ciudad de Guayaquil 15. Ñausa
2. Tenientazgo de Babahoyo 16. Alonche
3. Ojivar 17. Tenientazgo de la Puna
4. Caracol 18. Ciudad de la Puná
5. Quilca 19. Tenientazgo de Portoviejo
6. Margaches 20. Montecristi
7. Tenientazgo de Daule 21. Picoasá
8. Santa Lucía 22. Charapotó
9. Balzar 23. Jipijapa
10. Tenientazgo de Baba 24. La Punta de Santa Elena
11. San Lorenzo 25. Chongón
12. Palenque 26. Morro
13. Tenientazgo de Yaguache 27. Colonche
14. San Jacinto de Yaguache 28. Chanduy
PROVINCIA DE
GUAYAQUIL EN 1775

NUEVOS PARTIDOS SEGUN EL CUADRANTE DE DIEZMOS DE 1809-1810
Cuenca: Exido Guayapala
Baños Quingeo
Cumbe Jadán
Nabon
Sigsig Zaruma: Pageha
Tavay y Pindilig
Bibbyan Loja: Santiago
Siccay Chuquiribamba
Pucara Célica
Cagutamba Amalusa
Chuquipata Valladolid


PARTIDOS DE LAS PROVINCIAS DE CUENCA, ALAUSi, LOJA Y ZARUMA EN 1775
Cuenca: Cuenca Cañas Cañaribamba
Jirón Cibambe Tigsan
Zaruma: Zaruma
Espíritu Santo
Paycha Oña Jului
Gualace Loja: Loja
Paute Zaraguro
Deleg San Pedro del Valle
Gualleturo Guachanamá
Azogues Gonzanamá
San Bartolomé Cariamanga
San Juan del Valle Sosoranoja Catacocha
Alausí: Alausí Dominguillo
Chunche San Lucas de Amboca
Guasumptos Malacatos

PROVINCIA DE GUAYAQUIL EN 1810
Partido Pueblos Curatos Habitantes
Capital Guayaquil 2 13.763
La Puna I Puna
( Balao y sus haciendas — 600
Machala ( Machala
( Pasaje anexo 1 1.194
Santa Elena Santa Elena í Colonche < Chanduy ( Morro
Chongón 2 8.216
Naranjal Naranjal 1 4.000
Yaguache / Yaguache y su Bodega
) Taura
) Milagro
। Ñausa 1 1.580
Pueblo del... Samborondón 1 1.761
Babahoyo / Babahoyo Caracol
} Sabaneta
r Santa Rita
’ Ojivar y Pijuyo 1
Pueblo Viejo í Pueblo Viejo
/ Ventanas y Ventanillas
i Zapotal 1 1.700
Palenque ( Palenque
Estero o Nuevo San Lorenzo 1 2.167
Baba í Baba
t Juana de Oro
( Pimocha 1 5.080
Pueblo del... Balzar 1 741
Da ule í Daule
j Santa Lucía 1 7.231
Portoviejo , Portoviejo Jipijapa Pichota
j Montecristi i Charapotó
1 Pajan
' Picoasá 3 13.874
La Canoa r La Canoa
I Chone
1 Tosagua
’ Mosca 1 1.473
TOTAI 43 18 .. 63.380
(Nota: En el partido de Babahoyo no está designado el número de habí tantes en la certificación que acompaña a la solicitud de los dipu tados de Guayaquil)
ISSN 1988-7869

Citation

“Bula de erección del Obispado de Guayaquil,” ANHC, accessed May 10, 2025, http://archivo.cceazuay.gob.ec/items/show/6602.

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